El libro está compuesto de documentos o ejercicios espirituales, reducidos al orden más adecuado para mover las mentes de los fieles a la piedad, como fue destacado en el Sumario de aprobación. Encontramos en este trabajo documentos (instrucciones, admoniciones, advertencias), ejercicios (oraciones, meditaciones, exámenes de conciencia y otras prácticas), y el método de acuerdo con el cual los mismos están ordenados. Las fuentes del libro son las Sagradas Escrituras y las experiencias de vida espiritual. Ignacio fue sin duda preparado, poco a poco, por la Divina Providencia para escribir su libro. Desde 1521 los pensamientos que preceden su conversión, el progreso de su arrepentimiento, las piadosas prácticas que abraza en Monserrat y en Manresa ayudaron a darle una sabiduría de ascetismo. Su libro es un trabajo vivido por él mismo y más tarde vivido por otros bajo su mirada. Pero un libro tan vívido, no se compone de un solo golpe; requiere ser retocado, corregido, y hacerle agregados muy frecuentemente. Estas mejoras, que ni Polanco ni Bartoli esconden, son reveladas por un simple examen del texto Español, en el que junto con el Castellano se encuentran expresiones Latinas o Italianas junto a términos Escolásticos que el autor no puede haber usado, al menos hasta el comienzo de sus estudios tardíos.
Ignacio mismo admitió esto al Padre Luis Gonzales: “Yo no compuse los Ejercicios todo de una sola vez. Cuando cualquier cosa resultante de mi propia experiencia me parecía que podía ser de utilidad a otros, tomaba nota de ello”. El padre Nadal, amigo y contemporáneo de Ignacio, escribe de la redacción final:”Después de haber completado sus estudios, el autor unió su primer intento de los Ejercicios, hizo muchas adiciones, puso todo en orden, y presentó su trabajo para el examen y juicio de la Sede Apostólica”
Las dos palabras que forma el título general del libro de San Ignacio indican de inmediato la acción y trabajo del alma, y la lucha interior. El aún más explícito título que encontramos inmediatamente después de las anotaciones no le dejan a uno ninguna duda: “Ejercicios Espirituales para conquistarse a uno mismo y regular su propia vida, y para evitar llegar una determinación a través de una desmesurado afecto”. Aquí es ofrecido un método, que con la gracia de Dios, le enseña y ayuda a uno a vencerse, es decir a vencer nuestras pasiones rebeldes, y obteniendo el control sobre cada acto conciente, a adquirir la paz interior; un método de autoconquista y autogobierno. Se puede obtener mejor una idea general de los “Ejercicios” del resumen de Diertins: Después de comenzar por el fin con el que Dios creó al hombre y todas las otras cosas, el libro, siempre considerando esta verdad como la base principal, nos lleva en poco tiempo por el camino conocido como el camino purgativo para reconocer la fealdad de los pecado que nos han causado nuestro alejamiento vergonzoso de ese fin, y a purificar nuestras almas del pecado. Poniendo ante nosotros el ejemplo de Cristo, nuestro Rey y Líder, el autor nos invita entonces, en lo que es definido como la vida iluminativa, a evitar los estándares del diablo y a seguir los de este buen y sabio Jefe, y a imitar Sus virtudes; en verdad el casi nos fuerza a hacerlo por la meditación de las tres clases, o grados, de hombres (el primero de cuales es reticente a seguir a Cristo, el segundo temeroso de hacerlo pero con limitaciones, y el último inclinado a seguirlo a Él de inmediato completamente y siempre). Estas resoluciones son reforzadas más y más en la tercera semana, ante la vista de Jesucristo caminando ante nosotros con Su cruz. Finalmente, en el camino unitivo, que comprende la cuarta semana, enciende en nuestros corazones un deseo de la gloria de Jesús ascendido, y por su purísimo amor. Se adjuntan a esto, anotaciones, adiciones, preludios, coloquios, exámenes, modos de elección, reglas para regular correctamente nuestras comidas, para discernir los espíritus, para los escrúpulos, para pensar con la Iglesia Ortodoxa, etc. Todo, si es aplicado en el orden prescripto, posee la increíble fuerza de llevarnos a la sólida virtud y a la salvación eterna. Las cuatro semanas pueden ser resumidas aún más brevemente en las siguientes sentencias:
1. deformata reformare;
2. reformata conformare;
3. conformata confirmare;
4. confirmata transformare;
lo que es decir:
1. reformar lo que ha sido deformado por el pecado;
2. hacer lo que así fue reformado conforme al Divino modelo, Jesús;
3. fortalecer lo así ajustado;
4. transformar por medio del amor las resoluciones ya fortalecidas.
Fuente: Enciclopedia de Aciprensa