Hemos iniciado la cuaresma, recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás o conviértete y cree en el evangelio, son las frases que nos dicen cuando nos marcan la cruz de la ceniza fruto de la cremación de las palmas del año pasado, inicio de una marcha hacia la pascua y que nos recuerda que la vida que llevamos en esta tierra es temporal, para luego vivir plenamente en el paraíso.
Comenzamos entonces un tiempo de preparación más intenso, reconociendo que somos pecadores y debemos volver a Dios mediante una conversión profunda que nos libere de la esclavitud del pecado.
Ya el Papa Emérito Benedicto XVI años atrás hacía éstas preguntas: ¿Por qué la Cuaresma? ¿Por qué la Cruz? La respuesta, en términos radicales, es ésta: Porque existe el mal, es más, el pecado, que según las Escrituras es la causa profunda de todo mal. Pero esta afirmación no es algo que se puede dar por descontado, y la misma palabra «pecado» no es aceptada por muchos, pues presupone una visión religiosa del mundo y del hombre.
Ya el Salmo 51 del Miércoles de Ceniza lo decía:» …Tenme piedad, oh Dios, según tu amor, por tu inmensa ternura borra mi delito, lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame. Púes mi delito yo lo reconozco, mi pecado sin cesar está ante mí; contra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos cometí…»
Un Salmo que nace del corazón arrepentido del Rey David, quien luego de haber cometido pecado de adulterio con la esposa de Urías y el homicidio de éste al enviarlo al frente de sus tropas, reconoce que le ha fallado a Dios, a quien clama piedad y perdón por sus faltas. Queda en evidencia la inclinación pecadora del hombre, pero más importante aún la misericordia y amor de Dios.
Pero la conversión lleva consigo un sacrificio, esmero y dedicación para lograr un acercamiento más a nuestro Señor, y que mejor que la oración, la penitencia, el ayuno y las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales.
El evangelio de San Mateo de inicio de la cuaresma del Miércoles hablaba precisamente de eso, el ayuno, la oración y las obras de misericordia que debemos realizar sin que sean anunciadas a todos, para que las conozcan:
«Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha…Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto…Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.«
Un gran de ejemplo de vida, oración, penitencia y ayuno en secreto lo tenemos de Nazarena Crozza, quien vivió en el monasterio benedictino de las religiosas camaldulenses desde el año 1945, ésta monja quien vivió a pan y agua durante 40 años y durmiendo sobre un simple catre, irradió una intensa aura de santidad.
Las religiosas del monasterio le ofrecieron, al Papa Francisco, en su visita varias cartas que Nazarena escribía a su padre espiritual, de las que se evidencia la fuerza de la fe y su vida dedicada a la Iglesia.
Nazarena quien vivió teniendo como modelo a Jesucristo, nos recuerda el valor de la oración y el ayuno, en especial en estos días de cuaresma para caminar en nuestra conversión y santificación, para vencer el pecado y destruir el mal.
Sobre el mal moral, El Papa Emérito Benedicto XVI, nos aclara que ante el, la actitud de Dios es la de oponerse al pecado y salvar al pecador. Dios no tolera el mal, pues es Amor, Justicia, Fidelidad; y precisamente por este motivo no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Para salvar a la humanidad, Dios interviene: lo vemos en toda la historia del pueblo judío, a partir de la liberación de Egipto. Dios está determinado a liberar a sus hijos de la esclavitud para conducirles a la libertad. Y la esclavitud más grave y profunda es precisamente la del pecado. Por este motivo, Dios ha enviado a su Hijo al mundo: para liberar a los hombres del dominio de Satanás, “origen y causa de todo pecado”.
Finalmente volvamos a retomar las tres medicinas o remedios que el Papa Francisco propone con fundamento evangélico, que los cristianos podemos tomar para curarnos del pecado en esta Cuaresma: la oración, la caridad y el ayuno:
1.- Oración: “Expresión de apertura y de fidelidad en el Señor, es el encuentro personal con Él, que corta las distancias creadas por el pecado”, explicó el Papa. “Orar significa decir: ‘no soy autosuficiente, tengo necesidad de Ti, Tú eres mi vida y mi salvación”.
2.- Caridad: El Papa dijo que “el amor es verdadero, en efecto no es un acto exterior, no es dar cualquier cosa de modo paternalista para acallar la conciencia, sino aceptar quien tiene necesidad de nuestro tiempo, nuestra amistad, de nuestra ayuda”. Es también “vivir el servicio”.
3.- Ayuno: La penitencia, para “liberarnos de las dependencias frente a lo que pasa y entrenarnos para ser más sensibles y misericordiosos”. “Es una invitación a la simplicidad y a compartir”.
Tuyo soy, bella Alabanza propia para el inicio de la Cuaresma.
Alabanza pidiendo al Señor que nos enseñe a orar:
Himno de la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará en Cracovia 2016, apropiado en este año de la Misericordia.
Enlaces de interés para esta cuaresma.
Descargar libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.
Todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman ejercicios espirituales.
El ayuno sirve para un equilibrado desarrollo de sí mismo, para vivir mejor los valores superiores, para el dominio de sí mismo.
Mensaje completo del Papa Francisco para el Miércoles de Ceniza.
Origen del Miercoles de Ceniza
Mensaje completo del Papa Francisco para la Cuaresma.
Obras de Misericordia Corporales y Espirituales
Escrito y recopilado por colaborardor de AdoremosAlSantisimo.org
Fuentes: Aciprensa, Corazones.org, Zenit y uca.edu.ni