Ya ha pasado la medianoche y el niño Jesús ha nacido, los corazones de los hombres se regocijan y llenan de alegría, con tan sublime suceso. Recibido con una hermosa luna llena, que no coincidía desde hace treinta y ocho años, bendiciendo al niño, así como lo expresa el cántico de los tres jóvenes en el libro de Daniel 3, 62-63, «Sol y luna, bendecid al Señor, astros del cielo, bendecid al Señor».
Para esta digno festejo, tuvimos una super fiesta de guardar, celebrada con una gran solemnidad, a la cual todos asistimos, no por obligación, si no porque la Misa es una gran fiesta a la que no podemos faltar, por ser tan especial, a la que vamos a dar gracias a Dios por su amor y misericordia, a recibir el sagrado cuerpo de Cristo, en las condiciones que el nos pide, luego de una confesión y arrepentimiento sinceros.
Si hacemos una analogía, cuando nos invitan a una fiesta de cumpleaños, no vamos a la fuerza, vamos porque queremos, porque deseamos compartir con esa persona y felicitarla, de igual manera asistimos a Misa con alegría y gozo, a festejar el nacimiento del niño Jesús.
Que mejor que una Santa Misa, para levantar el ánimo, recordar la presencia de Dios en nuestras vidas, haciendo el esfuerzo por aceptar su Santa Voluntad y agradeciendo por todo lo que nos ha dado, los acontecimientos y personas que han sido instrumentos de Él, para ayudarnos en nuestro camino de conversión y santificación. Así como tener presente y orar por los desempleados, endeudados, los enfermos, los alcohólicos, los indigentes, los niños abandonados, los pobres, los ancianos olvidados, los cristianos perseguidos, los que sufren las guerras, los que han perdido la esperanza y la fe, los que hacen daño, los abortistas, los enemigos, y todos los necesitados de la piedad de Dios.
Vivimos tiempos dificiles y convulsionados, tiempos que no son una destrucción, si no más bien tiempos de transformación, con una complejidad que solo es entendida plenamente en los pensamientos de Dios, en su eternidad y omnipotencia misteriosa y portentosa, en el que vale la pena creer, manteniendo la Fe y la Esperanza, así como decía un religioso Somasco que le visitamos recientemente, cuando se le preguntaba sobre su vocación elegida, el decía: «…no es fácil, pero vale la pena», con mucho énfasis y con una expresión reflejando un gran convencimiento.
En nuestra Parroquia San Sebastián Mártir de Ayutuxtepeque, El Salvador, nuestro párroco José Antonio Guerrero, presidió la Santa Misa en honor de nuestro niño Jesús, que ha nacido nuevamente, hecho que representa un hito en la historia de la humanidad y su salvación, un gran acontecimiento, que mantiene vigencia aún después de 2015 años.
El Padre José Antonio reflexionaba sobre la palabras del Papa Francisco en este día, con la llegada del niño Jesús, quien resplandece con una luz grande, con una inmensa alegría, en medio de una sociedad ebria de consumo, llena de apariencias, abundancias, lujo y narcisismo y en la cual debemos esforzarnos por un comportamiento sobrio, justo y equilibrado.
También mencionaba que estamos en un tiempo para buscar la conversión, trabajar por la paz y aceptar la voluntad de Dios en nuestras vidas, aunque sea difícil de aceptarla, debemos preguntarnos, ¿Cuál es la voluntad de Dios para nuestra vida?
Y que debemos de hacer una celebración digna del Señor, con respeto, sobriedad y oración.
A continuación puedes escuchar la homilía completa del Padre José Antonio Guerrero:
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Como el pequeño tamborilero, permitenos poner a tus pies algún presente que te agrade Señor.
Y que las campanas de Belén suenen en nuestros corazones.
Haz clic para la Oración al momento de poner al Niño Jesús en su pesebre
Que el niño Jesús, llene sus corazones de amor, paz y armonía en este día tan especial.
Bendiciones de San José, Jesús y María.
Escrito por colaborador de AdoremosAlSantisimo.org